¡Terri!
Fátima Castro Jarquín (Estudiante de Comunicación)
El monitor cardíaco de Lila comienza a sonar… su corazón empieza a paralizarse, los enfermeros la voltean rápidamente, tomo el desfibrilador como puedo, descubren su pecho, aplican gel a la máquina y comienzo a reanimarla, pero nada funciona, nada…
-Hora de la muerte: 3:45 a.m.
Salgo del cuarto, maldigo en mi mente, me digo: “¡quince!”, quince pacientes que no reaccionan, quince personas con una vida por delante que se van en mis manos, no sé qué esté pasando, corro a mi oficina, llego, me sofoco, no puedo avanzar, me ataca un rotundo dolor de cabeza, se siente como una aguja apuntando el nervio más delicado de mi estúpido cerebro; me siento en la silla y caigo dormido.
-Terri… ¡Terri!
El jefe me despierta, salto del susto, volteo los ojos molestos, al parecer los cirujanos cardiotorácicos son bastante arrogantes aquí, la ironía me invade:
-¿Ahora qué pasa?, ¿desea que mate a alguien más?, dígamelo, desde hace dos semanas se me da bien, no tendré problema si ese es su pendiente.
Comienzo a dar vueltas en mi silla movible y Hunt se ve enfadado, pero su tono es amable, que es lo peor, porque me asusta mucho más, toma aire para decirme algo que no sé qué es, pero me espero lo peor después de todo, agacha la cabeza y comienzan a salir palabras:
-Quieren abrir un expediente de investigación.
-¿Para quién?- roba mi atención, me levanto confundido.
-Para ti- me señala- ¡quince Terri!, ¡yo sé que no está todo en nuestras manos, pero no pueden permitir tantas muertes en dos semanas de un cardiólogo que tiene más de veinte años de experiencia extraordinarios! ¡Dime qué carajos pasa!
-¡Crees que lo sé! Estoy perdido Hunt, me encuentro entre nublas, yo estoy presente, yo soy el que lo enfrenta, no tú, ¿y crees que no lo sé? -me acerco con lentitud, le digo con voz seria, baja y suavecada que escucho el timbre del monitor y opto por tomar el desfibrilador yo sé que todo está perdido -me acerco a su oído y lo tomo del hombro- que abran la carpeta, sé que estoy enfermo y sé lo que he causado, gracias por la guardia de más de diez años, como dijo Shakespeare: “En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser”.
Un mes después de la investigación
-Director…
-Es sobre Terri- Hunt lo sabe.
-Sobre las muertes aparte de Terri.
(Un expediente cae en la mesa, Hunt empieza a hojear, ve las fotografías, se sorprende y empieza a cuestionarse)
-Terri ha sido diagnosticado como una persona de distintas personalidades, él no lo sabe, revisamos su cuarto y existen no sólo quince muertes, sino treinta y dos, sus víctimas son distintas, tiene un cuarto escondido lleno de estudios, de medicamentos erróneos que no son para los pacientes correctos (con postura amenazante, el investigador mira a Hunt).
-Está más que enfermo, más que perdido, Terri… no es solo un asesino, es víctima de él mismo.